Lola llegó de Castellón al Raval en el año 1955. Era hija de un colmenero y de pequeña su misión fue cuidar de la huerta, sus animalitos, ir a la escuela y cuidar de su madre.
Al llegar a Barcelona trabajó en un bar junto a otras familias y cuidó a sus hijos, aunque su ilusión siempre fue ser peluquera.
En el bar en el que trabajó conoció a muchas pieceras.